Lilith era una diosa muy venerada en Mesopotamia, comparada con la luna negra, la sombra del inconsciente, el misterio, el poder, el silencio, la seducción, la tormenta, la oscuridad y la muerte.
En primer lugar, Lilith representa la fuerza femenina, la que busca su afirmación e igualdad. En este sentido, en la Cábala, Lilith representa a la primera mujer del Jardín del Edén, la que nació de la arcilla, durante el periodo nocturno, por tanto, antes de que Eva fuera creada de la costilla de Adán. Otra versión, señala que Lilith, considerada la primera Eva, fue creada independientemente de Adán, y Caín y Abel habrían luchado por ella.
Se cree que Lilith solía seducir a los hombres, a los niños, a los inválidos y a los recién casados, aprisionándolos y provocándoles orgasmos extáticos. Por ello, puede representar el odio contra la familia, la pareja y los hijos.
Fuga de Lilith
En el Jardín del Edén, Lilith entró en muchas contradicciones con Adán, pues anhelaba tener los mismos derechos que el hombre, ya que ambos procedían de la tierra, y por ello buscaba la igualdad mediante la libertad de elección, opinión y decisión.
Ante este impasse, Lilith lanzó acusaciones contra Adán y pronunció el nombre de Dios con ira, rebelándose y huyendo a la región del Mar Rojo, lugar que, según la tradición hebrea, estaba habitado por demonios y espíritus malignos. Allí, Lilith se convierte en la esposa de Samael, el señor de las fuerzas del mal.
Adán y Eva
Tras la huida de Lilith, Adán se quejó a Dios de su soledad y, para compensar su tristeza, Dios creó a Eva a partir de una costilla de Adán. Es importante destacar que Eva es considerada una fuerza constructiva, a diferencia de Lilith, que representa la fuerza destructiva y la tentación, ya que tras su huida, vuelve al paraíso en forma de serpiente para atrapar a Adán y Eva. Así, Eva representa el modelo femenino ideal según la norma ética judeocristiana, es decir, la mujer, esposa y madre, sumisa y dirigida al hogar.