Horus, en la mitología egipcia, es considerado el «Dios del Cielo». Tiene la cabeza de un halcón, el cuerpo de un humano y simboliza la luz, el poder y la realeza.
Representación de Horus
Dios de los cielos, Horus fue representado en la figura de un halcón, ya que posee la cabeza de este animal adorado por los egipcios. También se le puede representar con un disco solar y con alas de halcón.
Cabe recordar que el «Ojo de Horus» se utilizaba como amuleto, ya que aportaba protección, fuerza y valor. Así, muchos faraones utilizaban los ojos de Horus (sol y luna) en la cabeza como forma de protección y realeza.
Horus: Deidad egipcia del cielo
También conocido con los nombres de «Heru-sa-Aset», «Her’ur», «Hrw», «Hr» o «Hor-Hekenu», Horus es el hijo de Isis (diosa de la maternidad y la fertilidad) y Osiris (dios de la vegetación y el más allá).
Deidad adorada por los egipcios, Horus es considerado el Dios supremo, de los cielos. Él es quien trae la luz y quien posee el valor y la fuerza en todas las batallas.
El ojo de Horus
El«Ojo de Horus» se perdió en una batalla contra Seth, el Dios del Caos, para vengar la muerte de su padre. Por ello se considera un talismán, ya que este episodio simboliza la batalla del bien contra el mal, con la victoria de Horus, que representa la luz.
Es importante señalar que Seth era hermano de Osiris y, por tanto, tío de Horus. Al ganar la batalla, obtuvo el derecho a gobernar Egipto, uniendo así el Bajo Egipto y el Alto Egipto. Como tal, Horus se asocia con la suerte, la fuerza, la luz, la persistencia y, en Egipto, su ojo es el talismán más utilizado hasta hoy.
Dios solar, muchos egipcios creían que Horus era la reencarnación del Dios Ra o Atum-Ré (Dios del Sol), con cuerpo humano y cabeza de halcón, creador de todo lo que existe y, además, de la primera Enéada, que en el Antiguo Egipto estaba compuesta por 9 divinidades que tenían vínculos familiares: Chu (el Aire) y Tefnut (la Humedad), Geb (la Tierra), Nut (el Cielo), Osiris (la Vegetación), Isis (la Fertilidad), Set (el Caos) , Horus (el Sol) y Neftis (la muerte).
Durante mucho tiempo, los egipcios creyeron que los faraones eran la encarnación de Horus, el ser superior y símbolo de la realeza, del vuelo del halcón, el que une el cielo y la tierra, vela por la prosperidad de su pueblo y lucha contra todo mal.
Así, la figura de Horus, a lo largo de la historia de Egipto, evoluciona de dios celestial a deidad faraónica, siempre con el objetivo de combatir el mal, aportar luz, fuerza y, sobre todo, asegurar el equilibrio de las energías en el mundo.
Lee también Símbolos egipcios y Sol.