Es el símbolo de una transformación en el ego, a través del inconsciente, ya que esta imagen está vinculada a la del bautismo.
Es un símbolo de purificación, renovación y renacimiento, hasta el punto de que el bautismo cristiano se entiende también como una limpieza y separación del pecado y la expulsión de los malos espíritus. Hay en ella una idea de renovación porque la persona que ha sido bautizada ha sido renovada en Cristo y se ha librado de todos los pecados paganos anteriores de forma simbólica, como una especie de renacimiento a través del agua.
Es a través de este baño que el YO puede «renacer». En los ritos bautismales de los Misterios de los Êleusis, los participantes iban primero al mar para tomar un baño ritual. El baño en general se interpreta como una forma de deshacernos de nuestra sombra, porque el contacto con el agua nos devuelve al inconsciente para que podamos purificarnos y renacer.
Por tanto, el baño es una técnica de redención muy conocida, en la que el exorcismo puede realizarse a través del agua. La suciedad que antes cubría el cuerpo suele considerarse simbólicamente como las influencias psicológicas del entorno que contaminaban la personalidad original.
En muchos sueños, el proceso analítico se compara con un baño y el análisis suele equipararse a un lavado. El baño, la ducha, la llovizna, la natación, la inmersión en el agua, son equivalentes simbólicos de la operación alquímica llamada Solutio y éstas son sus imágenes que suelen aparecer en los sueños.
Cuando el YO se acerca a la conciencia se produce el proceso de ahogamiento, que es la agonía de verse aprisionado dentro de los límites de la conciencia, y estas imágenes que se asocian al simbolismo del bautismo implican una verdadera secuencia de muerte y renacimiento.
Lee también Símbolos del Bautismo.